martes, 15 de enero de 2013

El patrimonio cofrade II: Arquitectura



Capilla de la Hdad. Tres Caídas, S.Isidoro

La constitución del patrimonio de las cofradías sigue una línea de prioridades, casi a la manera de la pirámide de Maslow, una vez que se cuenta con una imagen a la que rendir culto es necesario buscarle un espacio donde hacerlo, de esta manera se impulsa la instalación de altares, retablos, la construcción de capillas e incluso en algunos casos la erección de iglesias propiedad de la cofradía.

La arquitectura promovida por y para las cofradías suele estar marcada por la funcionalidad de los espacios, templos adaptados para el culto a las imágenes titulares y la organización de la vida de la cofradía, suelen contar con puertas amplias para la organización de procesiones y en ocasiones con espacios anexos para almacenamiento y tesoro. No obstante, insistiendo de nuevo en los múltiples matices del patrimonio cofrade podemos hablar de varias categorías de arquitectura cofrade.

El espacio arquitectónico más común es la capilla, construcciones anexas a la iglesia titular en la que se erige la cofradía que solían ir acompañadas de una fundación para sostener su conservación. Se solían cerrar mediante rejería y acogían las imágenes titulares durante el culto diario, celebrándose las funciones en la propia capilla, mientras que para las celebraciones principales se solían trasladar las imágenes al presbiterio del templo.

Capilla Hdad. de los Javieres, Omnium Sactorum
En un principio se trataban de pequeños espacios anexos a la iglesia matriz. Un buen ejemplo es la actual capilla de la Hermandad de los Javieres, donde se fundaría la Hermandad del Silencio en 1340, una capilla de planta cuadrada, cubierta por una cúpula sustentada sobre trompas (SILENCIO, nº130, pags. 42-43). A medida que avanzan los siglos las capillas anexas amplían sus dimensiones, adquiriendo casi planta de iglesia, aunque comunicada con el templo matriz, buen ejemplo son la capilla de Nuestra Madre de las Angustias de Zamora construida a partir de 1581 junto a la iglesia de san Vicente Mártir o la capilla de la Hermandad del Silencio de Sevilla en su actual templo de San Antonio Abad (SILENCIO, nº130, pags. 44-48). Pero de entre todas las cofradías el principal exponente en cuanto a construcción de capillas en el interior de las iglesias son las hermandades sacramentales titulares de las grandes capillas dotadas de valiosas obras de arte destinadas a guarecer y fomentar el culto al Santísimo Sacramento.

Otra tipología de construcción recurrente eran los humilladores y ermitas, pequeños edificios por lo general construidos en las afueras de la localidad. Suelen estar vinculados a procesiones, rogativas y romerías, como la Ermita del Cristo de Valderrey en Zamora.  Con los mismos criterios de espacio reducido se construían también pequeñas capillas urbanas, muchas de ellas perdidas por el desarrollo urbanístico, Ermita de Ntra. Sra. del Socorro en las inmediaciones de la plaza de Viriato de Zamora; o ampliadas por el desarrollo de la hermandad, capilla del Baratillo en Sevilla. Los procesos de desamortización también fomentaron la presencia de capillas en el entramado urbano, muchos conventos y hospitales desaparecieron quedando sólo en pie las capillas custodiadas por cofradías y hermandades, capilla de la hermandad de Monte Sión en Sevilla.

Iglesia Penitencial de la Santa Vera Cruz, Valladolid
La etapa de esplendor que las cofradías vivieron durante el barroco propició la construcción de templos propios. Las cofradías decidían levantar sus propias sedes para albergar a sus titulares y celebrar sus nutridas funciones, motivadas además por la búsqueda de cierta independencia respecto al control de la parroquia. Se trata de un fenómeno común en Castilla y León, especialmente en Valladolid donde las grandes cofradías erigieron notables templos símbolos de su época de mayor auge: iglesia de la Pasión construida a partir 1577 por la Cofradía Penitencial de la Sagrada Pasión de Cristo,  de la misma época son las iglesias de la Cofradía Penitencial de la Santa Vera Cruz y la de la Ilustre Cofradía Penitencial  de Nuestra Señora de las Angustias. Aunque algo más tarde, ya a mediados del XVII, también construye iglesia propia la Insigne Cofradía Penitencial de Nuestro Padre Jesús Nazareno.  Un ejemplo singular por su gran belleza es la iglesia de la Vera Cruz de la cofradía homónima de Salamanca, erigida bajo proyecto de Gil de Hontañón a mediados del siglo XVI fue reformada por Joaquín Churriguera en 1714 y declarada BIC el 25 de marzo de 1983.  En Sevilla, encontramos dos ejemplos: la iglesia de Nuestra Señora de la O, construida por la cofradía sobre los terrenos de un antiguo hospital en 1702 (desde 1911 cedida para uso parroquial), y la iglesia de San Antonio Abad, propiedad de la Hermandad del Silencio por  donación de S.M. Carlos IV mediante Real Orden de 15 de septiembre de 1793.

Basílica de la Esperanza, Málaga.
A partir de mediados del siglo XX la nueva etapa de esplendor de las cofradías, especialmente penitenciales, provoca un nuevo proceso de reforma y construcción de templos y capillas que encuentra su respaldo en la autoridad eclesiástica con la concesión a varios de ellos del rango litúrgico de Basílica Menor. Así las dos grandes devociones de Sevilla inician el proceso para la construcción de templos propios, en 1949 la Hermandad de la Macarena bendice su nuevo templo de planta tradicional con gran nave central, amplío presbiterio y capillas laterales;  por su parte la Hermandad del Gran Poder bendice su nueva capilla, de planta circular, en 1965.  Ambas iglesias fueron posteriormente consagradas como Basílicas, la de la Esperanza Macarena en 1966 y la dedicada al Señor de Sevilla en 1992. También en 1988 la Hermandad malagueña del Dulce Nombre de Jesús Nazareno del Paso y María Santísima de la Esperanza construyó un nuevo templo para sus imágenes titulares consagrado como Basílica menor el mismo año. En fechas recientes ha alcanzado este rango la capilla de la hermandad del Cachorro, siendo la primera basílica del barrio de Triana.

Las cofradías no solo tenían capillas e iglesias, la actividad de la hermandad exigía la tenencia de dependencias anexas vinculadas a sus distintas naturalezas: hospitales para labores asistenciales (Cofradía de Jesús Nazareno, Córdoba),  paneras o salas de pasos (Hermandad de la Crucifixión, Medina de Rioseco) o las actualmente conocidas como casas de hermandad. De este último tipo de construcciones, dedicadas a la atención de los cofrades y las tareas rutinarias de la cofradía,  una de las primeras referencias la encontramos en Zamora  y en el año 1503. En las Ordenanzas de Nuestra Señora de San Antolín y del Señor Santiago de la ciudad de Zamora, actual Cofradía de Ntra. Sra. de la San Antolín o de la Concha, se cita la existencia de una sala de la cofradía en donde los cofrades se reunían para compartir decisiones y mantel, se encontraba en la calle Toral situada en los aledaños de la sede la cofradía. 


Otros capítulos:


II. Arquitectura 
III. Arte mueble
IV. Textiles y orfebrería
V. Música, arte efímero y escenografía.
VI. Documentación y testimonios gráficos.
VII. Patrimonio inmaterial


Fotografía 1: Capillla de la Hermandad de las Tres Caídas, iglesia de San Isidoro, Sevilla. Fuente: Archivo Javier Prieto.

Fotografía 2: Capilla de la Hermandad de los Javieres, iglesia de Omnium Sanctorum, Sevilla. Fuente: Blog Leyendas de Sevilla. Autor: Pepe Becerra.

Fotografía 3: Iglesia Penitencial de la Santa Vera Cruz de Valladolid. Fuente: Blog Domus Pucelae. Autor: Vicente Camarasa. 

Fotografía 4: Basílica de la Esperanza, Málaga. Fuente: Web Archicofradía del Paso y la Esperanza, Málaga.

Javier Prieto, gestor cultural.

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