miércoles, 18 de diciembre de 2013

IN EXSPECTATIONE PARTUS




IN EXSPECTATIONE PARTUS

La devoción a la “Expectación del parto”  en las cofradías de España, religiosidad popular en torno a las advocaciones de  La Expectación, La O y La Esperanza.

Javier Prieto Prieto
El 18 de diciembre la iglesia católica española ha venerado desde antiguo con gran solemnidad a santa María virgen, en la antesala de la Natividad del Señor. Fruto de esta hermosa tradición existe en España un vasto patrimonio vinculado a la devoción popular al misterio de la Expectación del parto de la Virgen.

Sumario:
                             I.  La Solemnidad de Santa María, 18 de diciembre.
    II. La advocación.
    III. La iconografía letífica.
    IV. Cofradías de la Esperanza
      V.  La iconografía dolorosa de la Esperanza.

La fiesta de Santa María, 18 de diciembre.

El Concilio de Toledo del año 656 d.C. instauró el 18 de diciembre la fiesta de Santa María. Con esta celebración se quería celebrar con la máxima solemnidad la maternidad de la Virgen María en los días previos a la Natividad del Señor, dado que la celebración de la Encarnación solía coincidir con la Cuaresma o la Pascua, no pudiéndose celebrar con la solemnidad estimada la Encarnación del Hijo de Dios. Según algunos investigadores en la fijación de esta fiesta mariana pudo intervenir San Ildefonso, atribuyéndole de igual manera las oraciones que enfocaron esta solemnidad hacia la conmemoración de la Maternidad Divina frente a la celebración de la Anunciación[i]. La liturgia hispana guardaría con celo esta celebración de Santa María, que con el tiempo pasó a denominarse In Exspectatione Partus Beatae Mariae Virginis y que sigue siendo una fecha de gran relevancia en el calendario de la Liturgia Mozárabe.

Su memoria se conservó en España tras la implantación del rito romano, refrendada por distintos Papas a lo largo de los siglos XVI y XVIII como fiesta propia del ámbito hispánico. Así el Misal Romano de 1962 incluye entre sus MISSÆ PRO ALIQUIBUS LOCIS la Misa del 18 de diciembre, In Exspectatione Partus B. Mariæ Virg., una celebración que desapareció con la reforma litúrgica posterior al Concilio Vaticano II.

La advocación.

La celebración durante casi  trece siglos de la fiesta de la Expectación llevó consigo el nacimiento de varias advocaciones marianas vinculadas a la espera del parto y la preparación del nacimiento del Niño Jesús. En primer lugar, la Virgen de la Expectación que asume directamente el título de la fiesta y que suele representarse con la Virgen encinta.

La advocación de la O resulta más controvertida respecto a su origen, la interpretación más común vincula este apelativo a las antífonas mayores del oficio de Vísperas de la última semana de Adviento que comienzan con la invocación Oh (en latín O). El resto de interpretaciones se relacionan con las representaciones iconográficas de la advocación, considerando que la O podría hacer referencia a la silueta redondeada de la Virgen encinta, al óvalo o sol con el Niño Jesús que portan algunas imágenes  o incluso a la silueta de las ráfagas y resplandores, aunque este elemento no siempre presenta forma ovalada fuera del área de influencia de Sevilla.

La advocación de la Esperanza resulta algo más tardía que las anteriores y en su significado se entrelazan junto a la expectación del parto, la virtud de la Esperanza y su posterior interpretación en las imágenes dolorosas como expectación ante la Resurrección de Cristo.

La iconografía letífica.
La advocación de la Expectación, la O o la Esperanza cuenta con un desarrollo iconográfico propio, aunque la expansión de la advocación hará que no sean pocas las imágenes de la Virgen que bajo la iconografía de Theotokos ostenten la advocación de la Esperanza, como la Virgen de la Esperanza de la iglesia de San Cipriano de Toledo o la Patrona de Logroño.

La iconografía de la expectación parte del modelo bizantino de la Blacherniotissa, también denominada Platytera,  que representa a la Virgen en actitud orante con los brazos hacia el cielo y un gran óvalo en el pecho que contiene una representación del Niño Jesús.

Otra de las fuentes iconográficas de las imágenes de la Esperanza es el pasaje de la mujer vestida de sol del Apocalipsis (Ap 12, 1-2)[ii] pues San Juan la describe encinta y con grandes dolores de parto, dando lugar a que algunas representación de la Virgen de la Expectación guarden cierta semejanza con los simulacros de la Inmaculada Concepción: trono de nubes, media luna, serpiente bajo los pies, etc.

Se ha señalado[iii] como una de las primeras representaciones iconográficas de la expectación  en España el Altar de Santa María de Lluçà, conservado en el Museo Episcopal de Vic. En un lateral del mismo aparece la Virgen con los brazos extendidos y rodeada de los siete dones del Espíritu Santo. Sin embargo no aparece referencia alguna al nacimiento del Niño Jesús lo que podría vincular la representación más al misterio de Pentecostés que a la expectación del parto.

La vinculación de las fiestas de la Expectación y la Encarnación desde la implantación de la primera de ellas, tuvo un importante reflejo en el arte. Así resulta común la unión de ambas iconografías en los grupos de la anunciación de finales del siglo XIII en los que Virgen aparece ya con un abultado vientre mientras conversa con el ángel San Gabriel. Se trata además de un conjunto de obras en las que se enlaza la ternura del gesto con que la Virgen acaricia su vientre y la majestad con que se representa a la Madre de Dios. Ejemplos de esta iconografía son la Virgen de la Esperanza de la Catedral de León o los grupos de la Anunciación de la Colegiata de Toro, la iglesia de Santa María del Azogue de Benavente y el del Santuario de la Hiniesta, con notables similitudes entre ellos.

Partiendo de las representaciones de la Anunciación se empiezan a tallar imágenes exentas de la Virgen encinta, así en la iglesia de Santiago de Medina del Campo encontramos la Virgen de la Expectación, denominada anteriormente como nuestra señora la preñada de la anunciación pese a que no se conocen noticias de la existencia de imagen del ángel San Gabriel en ninguno de los emplazamientos en que ha estado la imagen.[iv] Otro ejemplo destacado es la Virgen de la Expectación conservada en el museo de la Catedral de Tuy, que partiendo de los modelos góticos pone en el énfasis en el vientre de la Virgen como señal del inminente nacimiento del Hijo de Dios.

A partir del siglo XVI la representación de la Expectación adquiere un componente más espiritual. Las imágenes de la Virgen se representan en piadosa oración, entroncando de nuevo con la iconografía de la Encarnación, y las formas abultadas se remplazan por elementos simbólicos como el óvalo o sol con el Niño Jesús o sus iniciales, volviendo de esta forma a la iconografía primitiva. Ilustran esta tipología la tabla de la Virgen de la Esperanza de Juan Sariñena, conservada en el Museo de BBAA de Valencia, o la Virgen de la O de Francisco de Ocampo conservada en Castilleja de la Cuesta.  

Cofradías de la Esperanza

El desarrollo iconográfico de la in exspectatione partus fue aparejado a una creciente devoción hacia este misterio de la vida de la Virgen, especialmente vinculado a las mujeres embarazadas.  Este fenómeno no tardaría en institucionalizarse a través de varias cofradías  y fundaciones pías repartidas por el territorio español bajo la protección de Nuestra Señora en sus advocaciones de la O, la Expectación y especialmente La Esperanza.

Hermandades de Gloria

Las primeras cofradías letíficas bajo la protección de la Esperanza surgen a partir del siglo XV en el marco del desarrollo de los gremios, estas corporaciones formulaban las pautas para desarrollar la religiosidad de sus miembros siendo en su mayor parte el origen de las cofradías más antiguas conocidas hoy en día.

Una de las primeras hermandades de gloria consagradas a la Virgen de la Esperanza se fundó en Triana y es el germen de la actual Pontificia, Real e Ilustre Hermandad y Archicofradía de Nazarenos del Santísimo Sacramento, de la Pura y Limpia Concepción de la Santísima Virgen María, Santísimo Cristo de las Tres Caídas, Nuestra Señora de la Esperanza y San Juan Evangelista. La Hermandad de Luz de Nuestra Señora de la Esperanza se fundó en 1418 por el gremio de ceramistas del barrio de Triana en la Real Parroquia de Santa Ana, desconociéndose la imagen titular de dicha corporación. La corporación gremial se fusionaría con varias hermandades trianeras adquiriendo su carácter penitencial a partir de su fusión con la Hermandad de las Tres Caídas de Cristo y Nuestra Señora de la Salud en 1616.

El gremio de pellejeros de Sevilla tomaría también a la Virgen de la Esperanza como titular de su cofradía fundada en 1444, eligiendo una antigua imagen que se veneraba en el hospital de la Correduría. El Hospital de la O o de la Expectación había sido erigido en 1249 por San Fernando, y estaba presidido por una imagen de la Virgen que por su fama de milagrosa, entre los enfermos del hospital, recibía el nombre de la Virgen de la Esperanza Divina Enfermera. Aunque la cofradía gremial llegó a extinguirse la imagen siguió recibiendo culto en la iglesia de San Martín donde se fundaría una nueva cofradía letífica, intitulada Ilustre y Fervorosa Hermandad de Nuestra Señora de la Esperanza, en el año 1666. Tras muchas vicisitudes históricas la Hermandad de la Divina Enfermera se fusionó con la penitencial de la Sagrada Lanzada en la década de los setenta del siglo XX, garantizando así el sostenimiento de sus cultos y su salida procesional. Aunque se presume una continuidad histórica en la imagen de la Virgen de la Esperanza Divina Enfermera desde la cofradía gremial a la actualidad, la talla ha sufrido diversas alteraciones en su iconografía y aspecto a lo largo de los siglos. La iconografía original parece responder al modelo Theotokos según los cánones de las imágenes fernandinas –Virgen de los Reyes, Virgen de las Aguas del Salvador, etc.- pues desde antiguo se constata la presencia de una imagen del Niño Jesús exento con gran devoción en la colación del hospital. La imagen primitiva sería alterada durante el siglo XVI, sabiendo que era de talla y portaba al Niño Jesús entre sus brazos. A finales del siglo XVII encontramos una representación de la Divina Enfermera en la que se muestra a la imagen exenta en actitud de oración, se trata de un cuadro de grandes dimensiones que se conserva en la iglesia de San Martín en el que se representa el misterio de la Purificación[v]. El cuadro de la Purificación es un trampantojo a lo Sagrado  y en él se representa el altar de la Virgen de la Esperanza adornado para la festividad de la Purificación, fiesta que celebraba la cofradía al menos desde 1754.  Llama la atención la alteración de la iconografía tradicional de esta imagen, representándola sin el Niño Jesús y portando un libro de horas entres sus manos, en un simulacro a medio camino entre la iconografía popular sevillana de la Encarnación y la Concepción[vi] -llegándose incluso a identificar la imagen del cuadro con la Inmaculada Concepción del convento de Regina Angelorum-. En cuanto al ajuar de la imagen aparece vestida según los gustos españoles del siglo XVII -con saya acampanada, justillo y amplios mangales, todo ello adornado con lazos y joyas[vii]- tal y como se le representa en el grabado de 1743, aunque en esta ocasión ya bajo su iconografía de Madre Dios luciendo rostrillo, ráfaga y sosteniendo al Niño Jesús entre las manos. En 1766 la imagen estrena una pieza simbólica de gran interés, un óvalo de plata con la representación del Niño Jesús que la imagen porta en su vientre durante los días previos a la Navidad en sustitución de la imagen del Divino Infante. La Divina Enfermera sufrirá una importante remodelación en 1786 para adaptar su iconografía al modelo de la Virgen del Amparo, bajo la iconografía de la Hodigitria. Desde ese momento la Virgen portará al Niño Jesús sobre su brazo izquierdo, tal y como se representa en el Sin Pecado dieciochesco que conserva la hermandad.


En 1494 se funda en Valladolid una cofradía bajo el título de Nuestra Señora de la O y bendito Isidro Labrador en la iglesia de San Andrés. Con la canonización del santo madrileño en 1622 la cofradía erigió una capilla para el culto a San Isidro y Santa María de la Cabeza perdiéndose la referencia a Nuestra Señora de la O.

A comienzos del siglo XVI se funda en Toledo la Esclavitud de Nuestra Señora de la Esperanza de San Lucas. Esta cofradía, de la que se tiene constancia ya en 1513, se fundaría por Diego Hernández tras presenciar el milagro de la Salve. En la parroquia mozárabe de San Lucas se habría conservado desde tiempos de la dominación musulmana la costumbre de consagrar el sábado a la veneración de la Virgen ante una imagen advocada de la Esperanza. Doña Ana Romero, devota encargada de costear este culto, falleció dejando como responsable del sostenimiento de la salve de los sábados a su sobrino Diego Hernández, un joven de vida desordenada, que abandono esta piadosa costumbre. Al poco tiempo se extendió por Toledo el rumor de que aunque la iglesia ya no se abría cada sábado se oían los cánticos propios de la sabatina a la Virgen, ante las habladurías Diego Hernández decidió acudir a comprobar lo que se contaba. Al abrir el templo se halló a la Virgen acompañada de varios ángeles que entonaban la Salve. La milagrosa aparición propiciaría la conversión de Diego Hernández quien proveería del sostenimiento durante todos los sábados de la Salve a la Virgen de la Esperanza.  La cofradía erigiría capilla propia en 1612, para acoger a la Virgen de la Esperanza –imagen vestidera siguiendo el canon de las glorias toledanas-, en la parroquial de San Lucas dónde se asumirían varias obras de mejora aparejadas al auge de la cofradía durante el siglo XVII. El crecimiento de la esclavitud llevó aparejado la presencia entre sus hermanos de miembros de la nobleza durante el siglo XVIII, especialmente entre los Grandes de España[viii]. La iglesia de San Lucas, uno de los templos más antiguos de Toledo, permanece cerrada al culto desde el año 2002 a la espera de las obras de rehabilitación. En fechas recientes la Virgen de la Esperanza ha sido sometida a un proceso de restauración, siendo presentada el día 18 de diciembre en la iglesia de Santa Justa y Rufina sede de la Ilustre y Antiquísima Hermandad de Caballeros y Damas Mozárabes de Nuestra Señora de la Esperanza San Lucas de la Imperial Ciudad de Toledo, que la asume como patrona de la comunidad mozárabe de la ciudad.

También en Toledo existe desde la segunda mitad del siglo XVI otra cofradía dedicada a la Virgen de la Esperanza, en este caso en la iglesia de San Cipriano. Se trata de una imagen románica de finales del siglo XIII revestida al modo de las glorias de Toledo y con un rico ajuar de orfebrería y mantos. Esta imagen no era originalmente denominada de la Esperanza, adquiriendo esta advocación por su intervención milagrosa durante una plaga de peste en la ciudad.
En 1612 se funda en el Convento de Santo Domingo de la Calzada de Logroño la Cofradía de la Virgen de la Esperanza,  cuyo primer libro conservado es de 1641 en donde se señala que es de la “cofradía de Nuestra Sra. de la Esperanza, llamada antiguamente Nuestra Sra. La Toledana, sita en la capilla de Ámese Juan de Mendizábal que al presente  es de Doña Isabel Ibáñez en la Iglesia de Sr. Santiago el Real de esta ciudad de Logroño”. La imagen de la Virgen de la Esperanza es la patrona de la ciudad de Logroño y se conocen datos de la presencia de la talla en la ciudad riojana desde el siglo XIV. Se trata de una imagen de líneas románicas, sedente según la iconografía de la Theotokos pero muy intervenida a lo largo de los siglos.
Ya avanzado el siglo XVIII se crea en Madrid bajo la protección de la Virgen de la Esperanza la Santa y Real Hermandad de María Santísima de la Esperanza y Santo Celo de la Salvación de las Almas, fundada por S.M. el rey Felipe V en 1734. Su principal función era ofrecer asilo durante el embarazo a las prostitutas que eran acogidas en el hospital del Pecado Mortal, bajo secreto sin que nadie más que el secretario de la corporación conociese el nombre de las acogidas. La hermandad del Pecado Mortal, como era conocida popularmente, tuvo un importante papel en el Madrid del siglo XVIII, asumiendo a partir de 1800 la asistencia a las mujeres solteras que sin ser prostitutas se hubiesen quedado embarazadas. 

Hermandades de Penitencia

La dedicación de hermandades de sangre a la veneración del misterio de la Expectación no tardará en surgir en la Sevilla del siglo XVI. En 1560 se funda en el hospital de Santa Brígida, Santa Justa y Santa Rufina de la calle Castilla una hermandad de gloria[ix] que rendía culto a la Santísima Virgen en su advocación de la O. En 1566 se aprueban sus reglas como hermandad de sangre saliendo en procesión en la noche del Jueves Santo y el Domingo de Resurrección. La floreciente Hermandad de la O adquirió la propiedad de la iglesia del hospital tras su fusión con la hermandad de Santa Brígida, erigiendo a comienzos del siglo XVIII la actual iglesia de la Virgen de la O. La hermandad cuenta con dos imágenes bajo la advocación de la O, la imagen gloriosa anónima del siglo XVI –bajo la iconografía de Virgen orante- y la Virgen de la O dolorosa, tallada por de Castillo Lastrucci para sustituir a la original de Martínez Montañés tras su profanación en 1936.

En Málaga se funda en 1641 la Hermandad de los setenta y dos hermanos de la Madre de Dios de la Esperanza agregada a la Archicofradía del Dulcísimo Nombre de Jesús -aunque con procesión y gobierno propio- fecha en la que se encargaría la imagen de la Virgen de la Esperanza. La Virgen de la Esperanza, imagen dolorosa de candelero, pudo haber sido tallada por el granadino Pedro de Mena según algunos autores, sin embargo las sucesivas restauraciones tras el incendio de la iglesia de Santo Domingo en 1931 han desvirtuado considerablemente los rasgos de la talla.

Pero si una Hermandad ha marcado la proliferación de cofradías penitenciales en torno a la Virgen de la Esperanza es sin duda la Hermandad de la Macarena. La Cofradía de nra señra de la esperança y hermandad de penitencia se funda en el Colegio de San Basilio de Sevilla en 1595, con un marcado carácter caritativo propio del carácter de la orden basilia. El promotor, Hernando de la Cruz, ya había demostrado su devoción por la Virgen de la Esperanza, al fundar bajo su protección el hospital de Posadas.  A partir del año 1624 la hermandad comienza a hacer estación a la S.I.Catedral, intitulándose a partir de 1654  cofradía De la Sentencia de muerte que dieron a christo nro. Redemptor y Nra. Srª. de La Esperanza. La hermandad del barrio de San Gil, a cuya parroquia se trasladó en 1653, se fusionará con la Hermandad del Rosario a finales del siglo XVIII dentro del proceso de supresión y reformas de cofradías de 1788. Tras una etapa de declive a lo largo del siglo XIX, desde comienzos del siglo XX la Hermandad de la Esperanza Macarena se convertirá en una de las corporaciones de referencia de la Semana Santa hispalense, tanto a nivel devocional como estético, lo que promoverá el desarrollo de la devoción a la Virgen de la Esperanza Macarena como advocación e iconografía a nivel nacional.

La iconografía dolorosa de la Virgen de la Esperanza

El auge de la Esperanza Macarena a lo largo del siglo XX supuso la proliferación de cofradías y hermandades que tomaron a la Macarena como referente devocional y estético, siendo la época de mayor auge de este movimiento durante el período de la postguerra al amparo del nacionalcatolicismo y la recuperación de las cofradías tras la guerra.

Nace así una nueva iconografía la de la Esperanza Macarena en la que jugará un papel clave la forma de vestir a la Virgen ideada por Rodríguez Ojeda en la transición del gusto romántico al modelo más castizo. En consecuencia la iconografía de las imágenes de la Esperanza se identificarán principalmente por el ajuar de la imagen, al igual que ocurrió en el siglo XVIII con la Soledad de la Victoria de Madrid. Así se extenderá un modelo de imagen de bastidor, conforme a los cánones del barroco sevillano, revestida de manto verde, tocado de encajes y repitiendo en ocasiones piezas del ajuar de la Virgen como el fajín militar, la corona o las propias mariquillas.

La expansión de este modelo iconográfico tuvo varias vías, así por ejemplo se conoce la participación del General Queipo de Llano en la fundación de nuevas cofradías bajo la protección de la Esperanza. Pero fue la cultura popular quien contribuyó sin duda a la conversión de la Esperanza Macarena en el referente devocional de la España de mediados del siglo XX.

La vinculación de importantes personajes del panorama nacional a la cofradía sevillana atraía la atención de los medios de comunicación sobre la participación de la Macarena en la afamada Semana Santa sevillana, de la que ya era por entonces una de las principales referencias.

Además cabría señalar también la promoción de la devoción macarena a través de la música popular. Las afamadas composiciones de los maestros León, Quintero y Quiroga introdujeron en los hogares españoles los referentes devocionales de la Sevilla de mitad de siglo al formar parte de las letras de muchas de sus composiciones, sirva como ejemplo la estrofa final del popular Romance de Valentía:

Por él ninguna serrana lloró de luto vestida…
Por él ninguna campana dobló amaneciendo el día.
Pero en cambio entre azucenas y entre velas enrizas,
en San Gil, la Macarena,
sí que lloraba de pena por la muerte del chaval.

Al amparo de este contexto en el que la Esperanza Macarena había pasado a formar parte del devocionario de los españoles empiezan a surgir cofradías que tomando como referente la corporación sevillana promueven la devoción a la Virgen de la Esperanza encargando nuevas imágenes bajo el patrón iconográfico de la Esperanza Macarena.

Las primeras cofradías surgidas tomando como referente la Hermandad de la Macarena nacen en Andalucía, así en 1927 se funda en Jerez la Hermandad del Santísimo Cristo de la Yedra y Nuestra Señora de la Esperanza y en 1928 en Granada la Real Hermandad y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder y Nuestra Señora de la Esperanza –tomando por titular una talla portentosa de José Risueño de 1718. El 28 de febrero de 1940 se erige en Córdoba la Piadosa Hermandad y Cofradía de Penitencia del Santo Cristo de la Sentencia y María Santísima de la Esperanza, en clara alusión a la hermandad sevillana, la imagen titular es obra de Juan Martínez Cerrillo en el año 1947.

En Madrid se funda en 1940  por un grupo de sevillanos la Hermandad del Gran Poder y la Esperanza Macarena, encargando en 1941 la realización de su imagen titular al imaginero Antonio Eslava Rubio, autor entre otras obras de las dolorosas de las hermandades hispalenses de Santa Cruz y Jesús Despojado. Cuatro años después se funda en Salamanca la Hermandad Dominicana del Santísimo Cristo de la Buena Muerte, Nuestro Padre Jesús de la Pasión, Nuestra Señora de los Dolores y Ntra. Señora de la Esperanza. La primitiva imagen de Ntra. Sra. de la Esperanza sería obra de González Macías (1945), sustituida en 1952 por otra imagen de Damián Villar retallada por Javier Roán en 2001. También en el año 1944, se funda en Badajoz la Cofradía del Santísimo Cristo del Descendimiento, María Santísima de la Piedad y Nuestra Señora de la Esperanza, esta última del imaginero Castillo Lastrucci de 1945.

En 1950 la Cofradía del Vía Crucis de Zamora decide solicitar al imaginero Víctor de los Ríos una imagen de la Virgen de la Esperanza adaptando el modelo macareno a los gustos castellanos, la devoción a esta imagen propiciaría la creación de una sección de damas dentro de la cofradía del Vía Crucis, que a partir de 2010 ostenta el título de Cofradía de la Virgen de la Esperanza. En 1953 la recién fundada Cofradía de la Esperanza de Lugo encargó a D. Ángel Rodríguez Puente la realización de su imagen titular conforme al modelo de la dolorosa sevillana. La declaración de la Esperanza Macarena como patrona de los Agentes Comerciales supuso el germen de la fundación de una cofradía de agentes comerciales en Ávila en torno a una imagen de la Virgen de la Esperanza realizada por Manuel Romero en 1954.

Muchas de las nuevas cofradías asumen incluso el título de la Esperanza Macarena como advocación titular: Cofradía de Jesús Cautivo y la Esperanza Macarena de Sta. Cruz de Tenerife (1959), la Hermandad Del Gran Poder y la Esperanza Macarena de Barcelona (1965), Hermandad de la Sagrada Pasión y la Esperanza Macarena fundada en Santa María de Bulacán, Filipinas (1991) o la Hermandad de Jesús de Medinaceli y la Esperanza Macarena de Miami (1996), estando detrás de muchas de estas cofradías grupos de emigrantes sevillanos.
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Trece siglos después de la institución de la fiesta de la Expectación del parto, la religiosidad popular española sigue teniendo a la Virgen como especial abogada reconociéndola como Esperanza Nuestra.


Fuentes:


CRUZADO A.  La Esperanza: Iconografía de la Virgen de la Esperanza. Revista MIRIAM.

DE LA CAMPA CARMONA, R. La conmemoración de María en el tiempo de Adviento. la fiesta de la Expectación del Parto, primitiva memoria mariana de la Iglesia hispánica. Congreso internacional "María signo de identidad de los pueblos cristianos" religión, antropología, historia y arte. 2010. 

ESCUDERO MARCHANTE J.M. y MARTÍNEZ DEL VALLE G.J. La pintura de la Purificación de la Divina Enfermera. Recuperación de una notable obra pictórica del barroco sevillano del siglo XVIII. Boletín de las Cofradías de Sevilla. Nº 586. 2007.

GUERRERO VENTAS P. La Archidiócesis de Toledo y su piedad popular. I.T. San Ildefonso.  2004.

MARÍAS F. La arquitectura del Renacimiento en Toledo (1541-1631). CSIC-CSIC Prensa. 1986.

MARTÍNEZ-BURGOS GARCÍA P. y RODRÍGUEZ GONZÁLEZ A. La fiesta en el mundo hispánico. Ediciones de la Universidad de Castilla la Mancha. 2004.

MUSEO DE LAS FERIAS. La Virgen de la Expectación. Museo de las Ferias, Medina del Campo. Pieza del mes, junio 2001. Medina del Campo.

NOGALES MÁRQUEZ C.F. Las Vírgenes de la Esperanza en Sevilla. La Navidad: arte, religiosidad y tradiciones populares. 2009.




[i] DE LA CAMPA CARMONA, R. La conmemoración de María en el tiempo de Adviento. la fiesta de la Expectación del Parto, primitiva memoria mariana de la Iglesia hispánica. Congreso internacional "María signo de identidad de los pueblos cristianos" religión, antropología, historia y arte. 2010. 
[ii] NOGALES MÁRQUEZ C.F. Las Vírgenes de la Esperanza en Sevilla. La Navidad: arte, religiosidad y tradiciones populares. 2009.
[iii] CRUZADO A.  La Esperanza: Iconografía de la Virgen de la Esperanza. Revista MIRIAM.
[iv] MUSEO DE LAS FERIAS. La Virgen de la Expectación. Pieza del mes, junio 2001. Medina del Campo.
[v] ESCUDERO MARCHANTE J.M. y MARTÍNEZ DEL VALLE G.J. La pintura de la Purificación de la Divina Enfermera. Recuperación de una notable obra pictórica del barroco sevillano del siglo XVIII. Boletín de las Cofradías de Sevilla. Nº 586. 2007.
[vi]  Frente a la iconografía más tradicional de la Pura y Limpia en Sevilla se conservan varias imágenes de la Virgen vinculadas a la Inmaculada Concepción en actitud de oración, tal y como aparece la Divina Enfermera en esta pintura, como la Inmaculada Concepción del Convento de San Buenaventura, apodada La Sevillana, o la Virgen del Voto de la que se conserva un grabado en la edición impresa del Voto Concepcionista de la Sacramental del Salvador de gran similitud con la pintura de la Divina Enfermera.
[vii]  El artículo de José Mª Escudero Marchante y Gonzalo José Martínez del Valle constata numerosos elementos consignados en el inventario de la cofradía de 1767, entre ellos varias de las joyas, como el rosario de coral rematado en un ancla, o los lazos de plata que adornan las guirnaldas de las mangas y la mantilla.
[viii] GUERRERO VENTAS P. La Archidiócesis de Toledo y su piedad popular. I.T. San Ildefonso, 2004.
[ix] La Hermandad de la O está consignada en el apartado de hermandades penitenciales por el breve espacio de tiempo de su conversión en hermandad de sangre.

viernes, 15 de noviembre de 2013

La Diócesis de Zamora en sus devociones, colaboración para Cope Zamora.

A partir de hoy colaboraremos en  la sección "Historias de nuestra Historia" del  programa el Espejo de Zamora en la Cope. En las intervenciones que se vayan realizando se trazará un particular recorrido por la historia de la diócesis utilizando como guión cronológico las devociones de referencia a lo largo de los siglos en Zamora. De esta forma entrelazaremos la historia, el arte y el patrimonio para narrar la evolución de la diócesis de San Atilano.

Como soporte colgaremos aquí los textos elaborados para esta sección, que por la brevedad del espacio no dejan de ser pequeños apuntes de una historia mucho más compleja.



LA DIÓCESIS DE ZAMORA EN SUS DEVOCIONES: 

Primer capítulo: Los repobladores y la devoción por los santos franceses.



Raimundo de Borgoña, Tumbo A FOL 28V, Catedral de Santiago de Compostela.

La historia de la Diócesis de Zamora es extensa y rica en matices. En ella ha habido personajes, comunidades y lugares que han marcado su evolución a lo largo de sus más de mil años de existencia. Para bosquejarla partiremos de las historias particulares que han dibujado el panorama devocional de nuestra diócesis y su manifestación en el arte y el patrimonio.

La primera de esas historias nos lleva al siglo XI, época en que comenzó repoblarse la ciudad. La llegada de pobladores francos marcaría a lo largo de casi un siglo el desarrollo social, el urbanismo, el panorama devocional y hasta el restablecimiento de la diócesis.

La repoblación llevada a cabo por Fernando I, a mediados del siglo XI, traería consigo la primera gran llegada de francos a la ciudad. El propio rey promovía en ese momento la aplicación en sus reinos de la reforma cluniacense, lo que propició el culto a varios santos de procedencia francesa. Pero la principal de las repoblaciones francas corrió a cargo de Raimundo de Borgoña, yerno del rey Alfonso VI y hermano del papa Calixto II, asentándose los franceses en gran parte de la ciudad.  

Sería el conde borgoñón, junto a su mujer Urraca, quienes instaurarían a otro francés, Jerónimo de Périgord, como obispo de Salamanca y Zamora, a cuya muerte se restauraría de forma independiente la diócesis de Zamora. La cátedra de San Atilano sería ocupada por Bernardo de Périgord. Ambos personajes, especialmente el obispo Bernardo, se vinculan a la figura de Bernardo de Cedirac, monje francés que comandó la implantación de la reforma cluniacense y la liturgia romana en los reinos de Castilla y León.


El legado francés ha quedado marcado en el patrimonio de la ciudad. Buena prueba de ello es el elemento más característico de la Catedral de Zamora, su cimborrio, vinculado al románico de sudoeste de Francia, o las iglesias de San Pedro y la Magdalena adscritas al maestro de obra francés Giral Fruchel. Igualmente su testimonio se reflejó en las iglesias de la ciudad a través del culto a los santos de origen francés: Santa Colomba, San Martín, a quien se erigieron varios templos en la ciudad, o San Antolín. La dedicación de ésta última al santo patrón de Borgoña se debería, según Florián Ferrero, a los repobladores francos quienes pudieron traer consigo la imagen de Nuestra Señora que a comienzos del siglo XII la ciudad juraría como patrona y que hoy conocemos como Virgen de la Concha.


Javier Prieto Prieto.

viernes, 20 de septiembre de 2013

El traje de la condesa viuda de Ureña




Realidad y mito en el origen de la imagen de la Soledad de la Victoria

Javier Prieto Prieto. 


Grabado. Soledad del Convento de la Victoria. S. XVIII
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Este artículo pretende ahondar en las notas discordantes que se aprecian en la tradición sobre el origen de la Soledad de la Victoria, la configuración de su ajuar y su primacía en el desarrollo de la devoción a los dolores de Virgen.1 En las siguientes líneas se busca contextualizar las postulaciones sobre la ejecución de la Soledad de la Victoria en la realidad histórica y artística de finales del siglo XVI para discernir la realidad de la recreación en los datos proporcionados en el Discurso de Fray Antonio de Ares de 1640. 


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La condesa viuda de Ureña, doña María de la Cueva (Cuéllar ¿? – Madrid, 1566), forma parte de la historia del arte efímero de las cofradías como la promotora del uso de las prendas de luto en el atavío de las imágenes de la Virgen en sus advocaciones dolorosas. En los últimos años ha aumentado el interés por este personaje y su ajuar de viuda noble, gracias a la recuperación del relato de Fray Antonio Ares dentro de la obra La Virgen de luto de Eduardo Fernández Merino. El testimonio novela el momento en que acabada la imagen es necesario vestirla, señalando entonces la condesa “este Misterio de la Soledad de la Virgen parece cosa de viudas, y si pudiese vestir como viuda de la manera en que yo ando me gustaría tener parte en esto y poder servir a Nuestra Señora con un vestido y tocas mías2. La difusión de este pasaje en pleno siglo XXI se ha realizado en un marco de veracidad y rigor histórico completamente ajeno a la naturaleza del texto original y que al ponerse en cuestión hace tambalear las rígidas teorías sobre el origen de las dolorosas de vestir y la devoción a la Soledad en España.

El extracto forma parte del Discurso del ilustre origen y grandes excelencias de la misteriosa imagen de Nuestra Señora de la Soledad del Convento de la Victoria de Madrid, escrito por Fray Antonio Ares en 1640. Este texto se publica en plena expansión de la devoción a la imagen y de su propio título se infiere que su finalidad era la promoción y difusión del culto a una de las devociones más pujantes del Madrid de mitad del XVII. Es este casi un subgénero literario en nuestro país, pues son múltiples los textos escritos por clérigos para la propagación de la devoción a una imagen ya fuera para su promoción en su entorno urbano, se expansión en una orden religiosa o la difusión por nuevos territorios. A todos ellos es común el tono exaltado y la falta de exactitud en el rigor histórico a favor de la exaltación de las virtudes y milagros de la talla. De esta manera las referencias históricas suelen contar con recreaciones y figuraciones de los episodios que ponen sobre aviso de las licencias tomadas en la redacción de los mismos. El texto del fraile mínimo recoge el legendario origen de la imagen, su pujante presencia en la ciudad de Madrid y como no algunos de los múltiples milagros de tan afamado simulacro: "porque esta mañana me puse en el seno esta Imagen (mostrola y era de las bastas de papel), porque me auian dicho que el que la truxesse no le sucedería desgracia ninguna, como a mí me ha sucedido”.

Bajo estas premisas debe entenderse el relato de la participación de la condesa en la elección de las ropas de la nueva imagen, más aún cuando distintas investigaciones ponen en cuestión varios de los datos recogidos en el libro de Fray Antonio Ares. La investigación de Manuel Arias Martínez sobre la Soledad de la Victoria3 pone de manifiesto cómo será ya en pleno siglo XVII cuando se construye el mito sobre el origen legendario de la imagen (el tronco ardiente que por intercesión divina transforma en efigie sagrada el insigne Gaspar Becerra), en el contexto de un largo litigio con la cofradía de la Soledad que reclama la propiedad de la imagen. La disputa legal se dirime a favor de los frailes amparados el encargo de la reina Isabel de Valois y la autoría de Becerra, cuestionados ambos por la cofradía. A pesar de los muchos testimonios que se cotejan sobre la hechura y encargo de la imagen ninguno cita a doña María de la Cueva, un hecho cuanto menos llamativo dado que todo detalle sobre la participación de la reina Isabel de Valois  y su camarera favorecería la posición de los frailes mínimos que veían peligrar la imagen y con ella las limosnas de su pujante convento madrileño. Por si fuera poco las fechas del encargo y entronización tampoco casan con las crónicas de la época, ya que la reina Isabel y su camarera se hallaban en Bayona de viaje diplomático en septiembre de 1565 cuando se señala que fue entronizada la imagen con la presencia de ambas señoras4.

La interpretación del relato del encargo, ejecución y elección de las primeras ropas  como una reconstrucción posterior no supone devaluar por completo la crónica ni los datos aportados, más aún cuando son múltiples los testimonios de la época que logran los frailes mínimos para defender la intervención de la reina francesa. Ahora bien poner en cuestión el relato de Fray Antonio Ares conlleva abandonar determinados postulados en torno a esta imagen: la reina Isabel de Valois introdujo en España la devoción a la Soledad de María, la Soledad de la Victoria inauguró la costumbre de representar a la Virgen con ropas de luto o la imagen viste desde su origen largas tocas blancas y manto negro al uso de las viudas nobles.

Retrato de la condesa viuda de Ureña (1)

La reina Isabel de Valois introdujo en España la devoción a la Soledad de María

En la primera mitad del siglo XVI se conocen en España dos cofradías que ostentaban el título de Soledad y tenían ya una vida de hermandad estable con cultos y actos de devoción en torno a los dolores de la Virgen: la Cofradía de Nuestra Señora de la Quinta Angustia y Angustias y Soledad de Nuestra Señora de los Desamparados, de Valladolid (Cofradía de las Angustias) y la Cofradía del traspaso y soledad de Nuestra Señora de la ciudad de Sevilla (Hermandad de la Soledad de San Lorenzo). En los años 60 del siglo XVI la propagación de las cofradías de la Soledad aumenta especialmente en el entorno de Sevilla donde las formas y maneras de la cofradía hispalense marcan un auténtico modelo para las cofradías soleanas. Resulta probado que en 1555 ya existía una imagen de la Soledad en Sevilla que participaba en la procesión del Viernes Santo de su cofradía, aunque toda apunta a su hechura en la década anterior. Por las mismas fechas se encontraba al culto otra imagen de la Soledad en la localidad de Alcalá del Río, pues en las mandas testamentarias del sacerdote Bartolomé Ximenes del año 1556, se  dispone que los viernes de cada mes le digan una misa "a la efigie de Ntra. Sra. de la Soledad".

Por tanto cuando la reina Isabel de Valois amadrina el encargo de la comunidad de Mínimos para la ejecución de la Soledad ya existía en España un culto asentado a la Soledad de María. La Soledad de la Victoria se ejecuta en pleno nacimiento de la devoción a la Soledad de María como otras muchos simulacros más, será el favor real y la promoción de su devoción lo que propiciará su conversión en el ejemplo y referencia de la iconografía de esta advocación mariana, aunque todo ello ocurrirá ya bien entrado el siglo XVII.
 
Virgen de la Soledad, Sevilla ca. 1569 (2)
 La Soledad de la Victoria inauguró la costumbre de representar a la Virgen con ropas de luto.

La devoción a la Soledad de María hunde sus raíces en el culto a los siete dolores de María que promovió desde el siglo XIII la orden servita y que eclosionó definitivamente en Flandes en el siglo XV cuando Juan de Coudenberghe, cura de San Salvador de Brujas, fundó la primera cofradía de la Virgen de los Siete Dolores. Precisamente por ello será la pintura flamenca del siglo XV quien ofrezca los primeros ejemplos de la iconografía de los dolores de la Virgen, representando en ellos a la Madre de Dios con ropas negras. Aunque esta simbología no nace en el siglo XV,  pues el medievalista francés, especialista en estudios sobre el color, Michel Pastoureau sostiene que la representación de la Virgen con ropas  negras por la muerte de Cristo era común ya en el arte paleocristiano.

Las pinturas flamencas con la Virgen vestida de luto llegaron pronto a los reinos españoles, ocupando las capillas de reyes y nobles. El postulado de las pinturas flamencas marco el panorama de las representaciones de esta iconografía a partir del siglo XVI siendo cada vez más común la representación de la Virgen con ropas de luto. Algunos de los ejemplos más destacados son “La Virgen mostrando al Varón de Dolores” de Hans Hemling pintada en 1480 y que se conserva en la Capilla Real de Granada, Nuestra Señora de los Dolores de Adriaen Isenbrandt  (con una interesantísima representación de los siete dolores de la Virgen), El llanto sobre Cristo Muerto de Durero o el Descendimiento de Juan Correa de Vivar, estos tres del siglo XVI.

De esta forma cuando se encarga la imagen de la Soledad a Gaspar Becerra existe ya una amplía iconografía sobre la Virgen ataviada con ropas de luto como señal del duelo y aflicción por la pasión y muerte de su hijo, ahondando así en el contenido de la devoción a los dolores de la Madre de Dios. El recurso del luto en el atavío de la imagen del convento de la Victoria no respondería por tanto al postulado teológico de la condesa sobre la viudedad mística de María si no que se limitaron a recurrir al modelo flamenco de representar la mater dolorosa.

Mater Dolorosa, siguiendo la iconografía de la Soledad (3).
Virgen Dolorosa ataviada con prendas de luto (4).
Los siete dolores de la Virgen. (5)
  La imagen viste desde su origen largas tocas blancas y manto negro al uso de las viudas nobles.

Quizás la afirmación más extendida sobre los primeros años de la Soledad de la Victoria es la que hace referencia al propio traje de la condesa viuda, sobre el cual sus coetáneos no guardaban recuerdo alguno. El primer ajuar de la Virgen de la Soledad respondería al denominado luto de corte, es decir el luto que vestían las damas de la alta nobleza al enviudar. Aspecto altamente probable, no por la vehemencia de la camarera de la reina al solicitar que vistiese a su modo y manera, si no por la secular costumbre de ataviar a las imágenes de la Virgen con los mejores aderezos conocidos que solían coincidir con los usados por la alta nobleza y la familia real. Así la imagen se vestiría con las prendas de luto al modo en que lo hacían las grandes damas. Hasta aquí no hay diferencia con el postulado oficial, el problema surge al definir en qué consistían esas prendas. Es de nuevo Fray Antonio Ares quien genera la confusión al identificar las prendas primitivas con las que lucía la imagen en 1640, casi un siglo después de su ejecución.

Las prendas de luto al igual que el resto de ropas estaban sujetas a las modas y así se observa  al analizar la pintura civil de la época. Según avanza el siglo XVI y más aún en el XVII los retratos de las viudas nobles o dueñas presentan variaciones en la prenda más característica de su ajuar: las tocas. Las tocas eran piezas de lienzo que enmarcaban la cara y cubrían parte del cuerpo de las viudas. Su aspecto cambió con el tiempo, así en los retratos de mediados del siglo XVI la toca cubre el cuello y el inicio del busto, mientras que ya a partir de 1600 la toca se alarga hasta pasada la cintura. Será en la regencia de Mariana de Austria cuando las grandes tocas blancas alcancen su máximo apogeo llegando a cubrir casi la totalidad del cuerpo, aliviándose la sobriedad del traje con la costumbre de ceñirlas sobre el cuerpo tal y como reflejan los retratos de la reina viuda.

Así analizando los retratos coetáneos a la ejecución de la Soledad de la Victoria es difícil inferir que esta vistiese las largas tocas que tardarían en usarse todavía más de treinta años, por ello es posible aventurar que las primeras prendas de la Virgen la acercarían a los modelos de la pintura flamenca que hemos analizado anteriormente. Sería ya en el siglo XVII cuando el ajuar de la imagen se adaptase a los nuevos gustos barrocos coincidiendo con el período de mayor crecimiento de su devoción gracias a la vinculación de la familia real, un período en el que las grandes damas que hicieron gala del  ya afamado traje de dueñas. Basten dos ejemplos la emperatriz María de Austria, profesa en las Descalzas Reales tras enviudar, y Mariana de Austria, quien vistió  el luto de las viudas nobles durante toda su regencia.


Detallle puerta izquierda, donante ataviada con el luto a la moda del XVI. (6)
Damas nobles de la ciudad de Sevilla, 1555-1556. (7)

Traje de Dueña con las tocas sueltas hasta la altura de las caderas (8)

Mariana de Austria con la toca blanca hasta la altura de la rodilla y ceñida a la cintura (9)

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1.- Estas breves notas forman parte de un estudio más amplio y aún incompleto sobre el origen y consolidación de las cofradías de las Angustias y Soledad, las diversas iconografías en torno a los dolores de la Virgen y la evolución de las formas y maneras de presentar las imágenes dolorosas.

2.- FERNÁNDEZ MERINO, Eduardo. La Virgen de Luto. 2012

3.- ARIAS MARTÍNEZ, Manuel. "La copia más sagrada" la escultura vestidera de la Virgen de la Soledad de Gaspar Becerra y la presencia del artista en el convento de Mínimos de la Victoria de Madrid. Boletín. Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción, ISSN 1132-0788, Nº. 46, 2011, págs. 33-56.

4.- ROMERO TORRES, José Luis. La condesa de Ureña y la iconografía de la Virgen de la Soledad de los frailes mínimos (I). Cuadernos de los Amigos de los Museos de Osuna, ISSN 16971019, Nº. 14, 2012, págs. 55-62.

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ILUSTRACIONES:

(1) Retrato de Doña María de la Cueva, IV Condesa de Ureña, anónimo. Universidad de Osuna
(2) Regla de la cofradía del traspaso y la soledad de Nra. Señora de esta ciudad de Sevilla, 1555-1557/1569/1592. Villanova College Library, Villanova, Pennsylvania.
(3) Mater Dolorosa. 1480. Galleria degli Uffizi, Florence.
(4) La Virgen mostrando al Varón de Dolores.1480.Hans Hemling. Capilla Real de Granada.
(5) Nuestra Señora de los Dolores. Ca. 1518. Adriaen Isenbrandt (o Ysenbrandt).
(6) Relicario. S. XVI. Convento de Agustinas de la Purísima Concepción. Toledo.
(7) Retablo de la Purificación, detalle (Retratos femeninos de la familia caballero). 1555-56. Pedro de Campaña. Capilla del Mariscal Don Diego Caballero, Catedral de Sevilla.
(8) La Emperatriz María de Austria. Ca. 1600 Juan Pantoja de la Cruz.
(9) Grabado. Familia de Carlos II ante la Virgen de la Almudena. S. XVIII.